Los expertos destacan que comenzar a realizar ejercicio, incluso después de los 40, 50 o 60 años permite cosechar grandes beneficios para la salud cardiovascular y ósea, así como para el bienestar aeróbico y la agilidad.
De hecho, diversas investigaciones revelan que aun las personas octogenarias pueden duplicar su fuerza si realizan entrenamientos con pesas y que aquellas que padecen enfermedades como la artritis, refieren menos dolor cuando practican algún tipo de actividad física.
Cabe recordar que la inactividad física, el sedentarismo o la falta de ejercicio es uno de los mayores factores de riesgo en el desarrollo de enfermedades cardíacas e incluso se ha establecido una relación directa entre el estilo de vida sedentario y la mortalidad cardiovascular. Además, quienes no realizan actividad física de forma regular tienen más riesgo de padecer arterioesclerosis, hipertensión y enfermedades respiratorias.
Mantener una buena forma física no solo resulta primordial para conservar el buen funcionamiento del aparato respiratorio, del sistema cardiovascular y de los huesos, músculos y articulaciones, sino que también proporciona una gran sensación de bienestar y lo que es fundamental a medida que se envejece: aumenta la confianza y el nivel de autodependencia.
Por todos estos motivos, los especialistas recomiendan que las personas de 40 a 70 años presten especial atención a todos los componentes del bienestar físico, es decir, que los ejercicios que realicen deben estar enfocados a mejorar la fuerza, la flexibilidad y el entrenamiento aeróbico, incluso si es necesario disminuir la cantidad de impacto con actividades como la natación o el yoga.