Desde la aparición del COVID-19, la Federación Internacional de Diabetes ha alertado que los pacientes diabéticos de cualquier edad deben ser considerados de riesgo ante esta enfermedad debido a que es más difícil controlar las fluctuaciones de sus niveles de glucosa en sangre, algo que puede favorecer el desarrollo del COVID-19.
Los especialistas explican que se trata de un círculo vicioso, ya que la infección produce una descompensación en la glucosa que a su vez incrementa los estragos de la infección. Además, el decaimiento del sistema inmunológico de los pacientes diabéticos dificulta el tratamiento del virus, alargando así el tiempo de recuperación.
Para tener un mejor control, es importante que los pacientes realicen monitoreos constantes de su nivel de glucosa en sangre a través de glucometrías para ajustar sus dosis de insulina, siempre bajo la supervisión de un médico especialista. También se recomienda que se mantengan bien hidratados y que revisen sus planes alimenticios con un nutricionista.
Más allá de estos controles específicos, es necesario que estos pacientes intensifiquen las medidas de prevención establecidas para el resto de la población. Es decir: lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, mantenerse alejados de los lugares muy concurridos, usar barbijo y evitar tocarse el rostro si fuera inevitable salir.