Cuando
infecta a pacientes con patologías crónicas tales como la enfermedad
cardiovascular, el coronavirus puede resultar especialmente grave ya que, como
cualquier infección, provoca una sobrecarga en el músculo cardíaco. Esto puede
a su vez derivar en una acumulación de líquido en los pulmones complicando la
respiración y aumentando las probabilidades de muerte.
Pero
además del riesgo de infección del corazón, el COVID-19 puede generar un daño
inflamatorio directo conocido como miocarditis que también puede empeorar el
pronóstico de esta clase de pacientes. De hecho, de los primeros pacientes que
padecieron el virus en China, la mayoría de los que tuvieron un desenlace fatal
presentaban patologías como hipertensión arterial, diabetes o cardiopatía isquémica.
Si
además de una enfermedad crónica cardíaca, los pacientes son de edad avanzada
su vulnerabilidad se incrementa de forma considerable debido a que su sistema
inmune se ve deteriorado por la edad y tienen mayor riesgo de desarrollar
complicaciones a nivel pulmonar como neumonía simple o neumonía bilateral.
Por
este motivo, es fundamental que estos pacientes extremen sus tratamientos para
la enfermedad cardiovascular y sigan de manera estricta las siguientes
recomendaciones de la OMS:
●
Lavarse las
manos con frecuencia.
●
Evitar
tocarse los ojos, la nariz y la boca.
●
Estornudar
y toser en el pliegue del codo.
●
Evitar
salir de su domicilio y limitar la actividad social.
●
Evitar
acudir a consultas en clínicas u hospitales.
●
Ante la
presencia de síntomas como fiebre, tos y dificultad para respirar, contactar a
los servicios de emergencia.