De acuerdo a los expertos, la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares puede aumentar hasta un 20% a causa de las bajas temperaturas, en especial en personas mayores o con patologías previas como la diabetes o la hipertensión. Esto se debe a que el frío actúa como vasoconstrictor, es decir, provoca que las arterias se estrechen, disminuyendo la cantidad de sangre que llega al corazón.
Por otro lado, el frío incrementa la
necesidad de oxígeno que el organismo necesita para funcionar, aumentando de este
modo la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Estas manifestaciones pueden
producir espasmos en los pulmones, que a su vez interfieren en la correcta
oxigenación de los órganos, incluido el órgano cardíaco.
Ante este escenario, es común que durante
el invierno se intensifiquen los casos de afecciones como la angina de pecho,
los infartos de miocardio o las cardiopatías isquémicas. Para evitarlas, los
cardiólogos aconsejan mantenerse bien abrigado, evitar los grandes esfuerzos
físicos durante las horas más frías del día y utilizar gorros para evitar la
pérdida de calor que se produce a través de la cabeza.
Además, los especialistas advierten que
quienes pertenecen a grupos de riesgo (como los niños, las personas de edad
avanzada o los pacientes con patologías previas) deben vacunarse contra la
gripe y contactar a los servicios de emergencia ante cualquier síntoma
sospechoso.